Laureados en sostenibilidad
EL PAÍS
Parece un término nuevo, pero no lo es. Hace más de 50 años, la responsabilidad social corporativa (RSC) —entendido como la forma de dirigir una compañía, basado en la gestión de los impactos que su actividad genera— ya creaba acalorados debates entre devotos y detractores a este concepto. Por ejemplo, Milton Friedman, premio Nobel de Economía, levantó algunas ampollas en un artículo publicado en 1970 en The New York Times. «(Muchos empresarios) son increíblemente cortos de vista en cuestiones que son externas a sus compañías…Dicha miopía queda ejemplificada en los discursos sobre responsabilidad social», argumentaba. El estadounidense defensor del libre mercado decía que el único deber de la empresa era el de maximizar beneficios, pues con ello generaba beneficios de forma automática como el pago de impuestos y creación de empleo.
Pero esa manera de ver el mundo ha quedado completamente obsoleta. Hoy, el discurso de la responsabilidad social de las empresas es más importante que nunca. Ello se refleja en una creciente oferta de másteres, posgrados y programas ejecutivos sobre este tema que hay en el mercado. «Existe un gran número de ellos, impartidos por escuelas de negocio, universidades públicas y universidades privadas», dice Julia Moreno, senior manager de Forética, una asociación de compañías y profesionales relacionados con esta materia. El perfil del empleado RSC ahora es imprescindible.