Repensar los fines de la economía
ETHIC
Hace tiempo que se vienen levantando voces que nos advierten de que necesitamos transformar –incluso hay quien pide abandonar (Kempf, 2009)– el sistema económico capitalista, porque según los datos más fiables que se manejan, de seguir forzando las cosas en la línea en que el capitalismo viene impulsando la dinámica de los procesos económicos y ecológicos desde, al menos, los últimos doscientos cincuenta años, el modelo no es sostenible ni siquiera a medio plazo.
Es sabido que, desde el origen de los tiempos, la dimensión económica de la vida humana se ha venido entreverando con el desarrollo tecnocientífico, que este afecta de manera inmediata a la vertiente social y a las configuraciones políticas; y que todo ello se enmarca, a su vez, en parámetros culturales y filosóficos desde los que la reflexión teórica ha venido tratando de identificar claves de sentido y líneas para el avance en los procesos de humanización y desarrollo integral. El balance, en este sentido, arroja luces y sombras y evidencia muchos puntos ciegos y abundantes ocasiones de mejora. Pues, junto a innegables conquistas de bienestar humano que sería inútil obviar, aparecen también millones de seres humanos en condiciones de pobreza extrema, una desigualdad creciente y un planeta en serio peligro de implosión.